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Aldea del Pinar Revista Nº 6 - Ago/2013
La fábrica.
Siempre que volvía con mi "compañero Un día, leyendo sobre la resina, resulta
de compra", Maximiano, al llegar al desvío de que al parecer, la primera fábrica que se cons-
la Aldea, solía decir -ya estamos en “la fábri- truyó en España fue en Hontoria del Pinar, he-
ca”. La verdad es que yo no sabía muy bien a cho sin duda curioso, pero al existir una
que venía la frasecita, además, conociendo su todavía en funcionamiento, le adjudiqué la ubi-
sentido del humor, no sé si con ello quería ha- cación de aquella primitiva fábrica a la de la
cer alusión a que ya estábamos en la Aldea, en salida de Hontoria, en la carretera de Burgos-
casa, o si se refería al lugar con ese nombre, Soria, craso error, esa fue una posterior, la pri-
aunque yo lo conocía como “el empalme”, el ca-
so es que no me atrevía a preguntar, por si aca-
so era una cosa obvia y quedaba yo por
forastero tonto, que eso
suele pasar, pero duele
y porque además el
lugareño suele hacer
con ello sangre.
El tiempo pasaba
y por más idas y veni-
das, "la fábrica" seguía
allí y yo en la inopia. mitiva se ubicaba precisamente en “el empal-
Confieso que una tarde en solitario y a me”, ahora si tenía sentido lo de “la fábrica”.
escondidas, recorrí despacio aquel paraje en bus- Seguramente para muchos será algo obvio,
ca de algún resto de construcción, no fuese que sobre todo para esos mayores buenos
en algún momento, hubiese habido algún tipo conocedores de su entorno, pero seguro que
de industria por allí de donde le viniese nom- tambien habrá un buen puñado, que como yo,
bre. Como en el arroyo Moyuelo hubo hace mu- no sepan nada de fábricas y menos en
cho un molino pues pensé que tal vez estuviese semejante sitio.
emplazado cerca del empalme, un buen sitio pa-
ra atender a la Aldea y a Hontoria. El caso es Según cuentan los cronicones, en tiem-
que no encontré nada y el molino parece que es- po tan remoto como 1843 se dejó caer por aquí
tuvo más abajo, cerca de la fuente de la campa- un empresario francés, D. Manuel Egaña, e ins-
na, así que taló la primera fábrica de resinas de nuestro
ahí quedo país, precisamente en Hontoria y para colmo en
la cosa, en el empalme. Para ello trajo el instrumental y la
tablas, Ma- maquinaria necesaria. La vida de esta industria
ximiano fue efímera, parece ser que lo del progreso no
"con su fá- se miraba en aquellos tiempos con buenos ojos,
brica" y yo habrían de transcurrir más de veinte años para
con mi igno- que se consolidase esta industria en nuestro
rancia y la país y para entonces “la fábrica” estaba ya en
mosca ruinas. ¿Y las piedras? Pues... ya se sabe, en
detrás de la cuanto huelen a ruina, algunos les ponen
oreja. ruedas.
Víctor J. Campo
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