Page 8 - Revista 2013
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Aldea del Pinar                                                               Revista Nº 6 - Ago/2013

                    Por esta piel de toro han pasado muchos pue-
            blos y tras los romanos que parecía que iban a durar
            para siempre, vinieron los visigodos, que apoyados
            en las estructuras romanas consiguieron conformar
            una monarquía peninsular. Su huella en la Aldea y
            Hontoria es incierta o nula. Esta claro que estar, estu-
            vieron,  pero  por  aquí  no  se  les  vió  mucho,    el
            elemento seguro de la comarca era el pelendón, que
            vino una vez para quedarse y no se volvió a mar-
            char.



            Si  los  romanos  pensaban  quedarse  eternamente,  a   habitada por los de siempre, que se esconden en el
            los visigodos debió parecerles lo mismo, pero la vi-  cañón del río Lobos o en la sierra en cuanto canta
            da es efímera y los imperios más, así que vinieron   el moro por debajo de Costalago.
            los musulmanes en sucesivas oleadas y en poco to-        Sin querer nos hemos metido en plana edad
            po  tiempo  se  adueñaron  de  toda  la  península,  con   media  y  estos  pueblos  siguen  subsistiendo  a  pesar
            afán de no volver a irse. Por estas tierras anduvie-
                                                              de  los  vaivenes  fronterizos,  las  razias  y  el  cabreo
                                                              constante de los acosados. Pensándolo bien era me-
                                                              jor empujar a los moros más abajo y poco a poco
                                                              así lo hicieron convirtiendo estas tierras en más se-
                                                              guras. Las tornas cambian y ahora el proceso se ha-
                                                              ce  al  revés,  los  pelendones  sacuden  y  el  moro
                                                              aguanta.
                                                                     La estabilidad de la población se refleja en
                                                              las  tumbas  antropomorfas.  La  pequeña  necrópolis
                                                              aldeana, da fe de una población estable, que en vez
                                                              de correr, vive y  entierra en paz a sus muertos (ver
                                                              revista 2010).
                                                                     El resto  de la historia es ya más conocida,
            ron pero dada su procedencia sureña, no creo que es-  lo que importa es que entre vestigios directos y es-
            te clima les hiciese mucha gracia, de hecho cuando   peculaciones  razonables,  parece  ser  que  la  Aldea,
            hicieron un primer reparto les tocó a tribus del nor-  estuvo  ocupada  desde  “siempre”  y  por  siempre  y
            te de África estas zonas, tantearon un tiempo y se   más  o  menos  donde  está  ahora. Aquí  hicieron  sus
            volvieron más al sur, en busca de un sol más benig-  pinitos los primeros pobladores indígenas, cazando
            no. No habían dejado ellos los camellos en su pue-  entre los pinos, los celtiberos "bailaron la jota" en
            blo  y  habían  hecho  una  guerra  para  merecer  esto,   el Pozairon o lo mismo se marcaron un paloteo, los
            mientras  sus  compinches  se  divertían  en  tierras   romanos iban y venían, hacendosos ellos y los mo-
            manchegas y andaluzas más cálidas. Por su fuera po-  ros también venían pero al parecer solo a dar caña,
            co, los famosos pelendones aún seguían siendo un   lo que no quita que alguno se encariñase con la zo-
            poco ásperos de trato. Solución, dejarlos por imposi-  na y fundase una dinastía de “morenos”, ¿Por qué
            bles y establecerse a lo largo del Duero que es me-  no? Al fin y al cabo esto no es el paraíso del dios
            jor tierra y volver por aquí solo de vez en cuando, a   cristiano, ni de Yahvé, ni de Alá, pero se vive bien
            robar ganado y a tomar esclavos, sobre todo a las ru-  y  de  forma  entrañable.  Solo  esperar  que  no  venga
            bias que eran bien pagadas para sus harenes.¡Ya se   un tonto y lo estropee y acabe con un asentamiento
            sabe, la cosa exótica tiene siempre mayor precio!.  milenario.
                    Hontoria  y  la  Aldea,  junto  con  otros
            muchos  pueblos  de  la  zona,  se  convierten  así  en                     Víctor J. Campo
            una especie de frontera elástica, una tierra de nadie



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